Nordistas contra confederados en la campaña electoral norteamericana

El último trampantojo que está agitando Donald Trump para intentar ganar las elecciones de noviembre es el uso de los símbolos de la Confederación, en ellos la bandera sudista, para librar una guerra cultural contra sus enemigos, unos enemigos de amplio espectro esta vez

Ha sido la última ocurrencia de los orífices de la campaña electoral de Donald Trump para la reelección que se celebrarán, si la pandemia no lo evita, el próximo noviembre.

Los estrategas del Trump han convertido la reelección del magnate del ladrillo en una guerra cultural en la que los símbolos sudistas están adquiriendo cada vez más importancia: estatuas, banderas confederadas y hasta el monumento del monte Rushmore, todo sirve como reclamo electoral.

Inclusive el constructor devenido en político está utilizando como marketing electoral la pistola Derringer del calibre 44 que se encuentra expuesta en el Teatro Ford en Washington.

El arma de fuego fue utilizada por John Wikes Booth para asesinar a Abraham Lincoln en el citado teatro cinco días después de que concluyese la Guerra de Secesión Norteamericana.

Ni que decir tiene que el magnicida, además de ser un supremacista blanco, era simpatizante de los esclavistas de los Estados del Sur.

Declaraciones a favor de la bandera de la Confederación

Mientras de un océano a otro se extienden como una mancha de aceite las concentraciones antirracistas y se pone en solfa la existencia de estatuas que ensalzan o ensalzaban a líderes esclavistas, Trump parece operar con la lógica contraria.

Una de sus más recientes declaraciones ha criticado que la NASCAR – Asociación Nacional de Carreras de Automóviles de Serie – haya prohibido de manera explícita el uso de banderas confederadas en sus circuitos de carreras.

El presidente, o mejor dicho sus estrategas electorales, están utilizando los símbolos culturales de la Confederación para librar una batalla cultural contra lo que él considera su enemigo interno.

El objetivo es batir a Joe Biden, el candidato demócrata que le va «pisando los talones» y que se ha convertido ya en un duro adversario a batir y que podría, de estar muy igualado el recuento, ser el próximo inquilino del 1600 de la Avenida Pensilvania.

Banderín de enganche

Tal como ha confesado sin ambages Michel Steele, el expresidente del Comité Nacional Republicano, existe una razón muy poderosa para que la maquinaria electoral republicana de Donald Trump se haya apropiado de la cultura sudista.

Y ese hecho es tan evidente como que el tema, siglos después de la conflagración, todavía levanta pasiones, sobre todo entre los blancos de extracción rural, aunque también entre profesionales blancos urbanos.

Debido a esa estrategia de recordar las glorias pasadas de una sociedad esclavista, lograr votos a Donald Trump la va a ser más fácil que a la candidatura demócrata de Joe Biden, que tendrá que encontrar otro «banderín de enganche» para lograr arañar votos a Trump.

Monte Rushmore

Donald Trump aprovechó la fiesta nacional norteamericana, que se celebra el 4 de julio, para realizar un acto electoral, vistiéndolo con ropajes institucionales, frente a la ladera del monte donde están esculpidos en piedra las efigies de los presidentes George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt.

El acto público le sirvió a Trump para despotricar contra el fascismo de extrema izquierda que, siempre según él y sus «verdades alternativas», tiene como divertimento profanar monumentos, actualmente los confederados.

Trump contó con una masa entregada, en su gran mayoría de raza blanca, que lo ovacionó una y otra vez y que se encontraba concentrada en las Colinas Negras de Dakota del Sur.

De lo entregada que están al líder las bases electorales republicanas da cuenta que con semejante multitud mantener las normas de seguridad para luchar contra el covid-19 resultó materialmente imposible en una audiencia que no tuvo empacho en poner en solfa su seguridad.

Bien conocida es la capacidad de los estrategas electorales de Donald Trump para agitar divisiones entre los norteamericanos para ensanchar su base electoral, pero la estrategia actual supera todas las anteriores.

Ampliar el espectro

Hasta ahora, Donald Trump había agitado el trampantojo contra grupos específicos dependiendo de sus necesidades, como era el caso de la demonización de los inmigrantes latinoamericanos, a los que no tenía empacho en calificar como ladrones y violadores.

Pero ahora sus enemigos, reales o figurados, son de más amplio espectro: izquierda radical, marxistas, anarquistas, agitadores o saqueadores, aunque ese último término todavía no lo ha desarrollado lo suficiente como para que se sepa a quienes se refiere.

Inclusive ahora carga contra NASCAR y contra el único piloto afroamericano que existe en esa categoría, Bubba Wallace, que encontró una soga en su garaje, y al que ahora el mandatario norteamericano acusa de haber mentido.

Del mismo modo, también han sido objeto de sus iras el equipo de fútbol americano Washington Redskins – el último término alude a los «pieles rojas», esto es, a los indios americanos – y al equipo de béisbol Cleveland Indians.

Ambos equipos deportivos están pensando cambiar su denominación para evitar que les asocie con símbolos racistas o comportamientos del mismo jaez.

Un comodín para cuando vienen «mal dadas»

Los estrategas electorales de Donald Trump se están esmerando especialmente en esta campaña electoral, y para muchos analistas políticos están echando el resto porque Trump se encuentra entre la espada y la pared.

Los decesos por covid-19 se cuentan ya por miles, 130.000 según el último conteo, y se han perdido miles de empleos por la crisis económica ulterior, lo que ha colocado a Joe Biden delante en las encuestas.

Buscar un señuelo que distraiga de los verdaderos problemas que sufre la nación no es nuevo, ya que ya lo intentó, y lo logró, en las elecciones de mitad de legislatura del 2018, donde acusó a supuestas caravanas de emigrantes ilegales lo que no evitó la derrota republicana.

Las medidas desesperadas poco pueden contra los sondeos que muestran bien a las claras que entre la población norteamericana hay un evidente apoyo, inclusive entre la población blanca, al movimiento Black Lives Matter.

Son muchos los analistas electorales que afirman que muy mal dadas se le tendrían que dar al Joe Biden y al partido demócrata para que pierdan las próximas elecciones y se convierta en el próximo inquilino de la Casa Blanca.

Fuente – el diario

Imagen – Terry White / J. Stephen Conn / Johanna Stoneking / Jim Nix / Kirsten Stanley / Matt Johnson

Publicado por Gonzalo Sánchez del Pozo

Sobre todo apasionado: de las letras, de los paisajes, de los lugares insondables, de las historias, de los personajes, de las situaciones, de los mares, de las montañas. Nómada, como cantaba Franco Batiatto, "que busca los ángulos de la tranquilidad, en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan".

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