
La Unión Europea está a punto de abrir un intenso debate, que incluirá a las instituciones europeas, pero también a los países miembros y a sus ciudadanos, sobre el futuro de la Unión Europea, marcada por nuevos retos como la gestión de la crisis sanitaria y económica del covid-19, el cambio climático y el BREXIT
Los recientes acontecimientos, sobre todo lo que tiene que ver con la crisis sanitaria y económica producto de la pandemia de covid-19 hacen que Europa haga una reflexión de cuál tiene que ser su futuro y su forma de estar en el mundo a partir de ahora.
Para ello se plantea organizar un cónclave institucional y ciudadano que debata sobre el futuro de la Unión Europea, con la vista puesta en la refundación de esta organización paneuropea que se inició con la Comunidad Europea del Carbón y el Acero en el año 1951.
Repensar Europa

Es el ejercicio al que se aprestan las instituciones europeas en Bruselas, en una situación marcada por incertidumbres de todo tipo: de la sanitaria a la económica, y también la social ya que se prevé un otoño «caliente» lleno de conflictividad social.
La emergencia sanitaria, política, económica y social es mayúscula, no en vano nos estamos enfrentando a una pandemia que no se recordaba en Europa, y en el resto del mundo, desde hace más de un siglo, desde la denominada «gripe española».
Desde la «cabeza» de la UE en lo que se ha pensado es en abrir un debate para repensar Europa que se dilate en el tiempo durante dos años, y que esté abierto a muchos colectivos, desde los políticos a los empresarios, pasando por intelectuales y hasta ciudadanos «de a pie».
El acto fundacional de proceso, en el que ya trabajan la Comisión Europea, el Consejo Europeo y hasta la presidencia de turno alemana , pasaría por la escenificación de una declaración conjunta que marque los principios rectores de proceso deliberativo.
Muchos temas en «cartera»

Entre los temas que estarán a debate hay muchos que inciden en núcleo de lo que debe de ser la Unión Europea a partir de ahora, y que serán objeto de sesudas disquisiciones por los «actores» que participarán en los debates.
Entre esos asuntos se encuentran la resolución de BREXIT, el cambio climático, la pandemia de covid-19 que sola Europa o la inestabilidad política de algunas zonas del continente europeo.
Esas zonas «calientes» están ubicadas en las fronteras de Rusia, el contencioso secular que enfrenta, a tres bandas, a Grecia, Turquía y Chipre, y las crisis migratorias que provienen del Sahel y Magreb.
Desde los órganos de decisión de la UE se tiene claro que para que el debate fructifique es necesario que reúna ciertas características: debe de ser franco, inclusivo, abierto y estructurado.
También están designados ya los funcionarios europeos que dirigirán los encuentros, teniendo en la cúspide a la croata Dubravka Šuica, una miembro de la Partido Popular Europeo, que conducirá el debate y que realizará, eventualmente, funciones de moderadora.
Con los tiempos

Encontrándonos en medio de una pandemia de SARS-CoV-2, con restricciones de movilidad entre los países europeos, la conferencia se conducirá de una manera «híbrida», esto es, con encuentros presenciales, pero también muchos virtuales por teleconferencia.
En cuanto al marco temporal, en dependencia también de un horizonte cercano en el cual se habrá encontrado una vacuna eficaz frente al covid-19, la conferencia se desarrollará hasta el 2022.
El debate ya tiene inclusive una agenda, siendo el primero de los temas a tratar cómo resolver, de la mejor manera posible, la logística de las próximas elecciones europeas a celebrar en el 2024.
También esta agendada la posibilidad que por primera vez en la historia de la Unión Europea unas listas de candidatos de tipo transnacional y clarificar cual será el método de elección de la presidencia europea, inclusive remozando el tradicional sistema del spitzenkandidat.
Cambios de calado

Todo hace pensar que las reformas que podrían salir de este repensar Europa, podrían suponer un «golpe de timón» en materias vitales como la concepción política y económica del futuro de la UE.
Es plausible pensar que se podría optar por una mayor integración a nivel económico y fiscal, habida cuenta que de «tapadillo» la UE acaba, por primera vez en su historia, de mutualizar sus bonos.
También existe la posibilidad, cierta, que el proceso se cierre en falso, ya que son muchos los funcionarios europeos que recuerdan el fiasco que supuso la convención del 2002, que tenía como objetivo alumbrar una constitución europea.
Hay que recordar que en esa ocasión, Francia y Países Bajos se cerraron en banda y finalmente lo único que se consiguió que los países miembros refrendaran fue el parco Tratado de Lisboa en el año 2007.
Evolucionar a una nueva realidad

En lo que coinciden en el seno de la Unión Europea es que la unión está a punto de la esclerosis, con unas instituciones y una estructura envejecidas que ya no son capaces de hacer frente a los retos a los que se tienen que enfrentar los 27 países miembros.
El principal elemento rector de la UE es el ya citado Tratado de Lisboa del año 2007, un acuerdo que mermó, y mucho, la capacidad de veto de los países miembros, transformado el mismo en mayorías cualificadas.
El tratado también ha ensayado una suerte de acción exterior común, aunque parcial, vehiculada la misma por el Servicio Europeo de Acción Exterior, cuya cabeza más visible es el español Josep Borrell.
Uno de los grandes déficits que tiene la Unión Europea, es no haber podido pulir, aunque sea solo a nivel de borrador, una verdadera Carta Europea de Derechos Sociales, que «blinde» ciertas necesidades de los europeos, como es la vivienda.
Otro de los temas que hay que trabajar es la confianza que tiene los europeos en la Unión, después de que sucesivas crisis económicas, políticas y sociales hayan hecho cundir la desafección de los ciudadanos en las instituciones europeas.
Dichos «baches» también han provocado la desafección de los países miembros que cada día acuden más a las soluciones bilaterales o trilaterales, cuando a las meramente individuales, para la solución de sus problemas.
Fuente – EL PAÍS / Comunidad Europea del Carbón y el Acero en Wikipedia
Imagen – Thijs ter Haar / European Parliament / EU2017EE / Pikist / Juan Iconnu