
Sobre todo en lo que tiene que ver con la industria tecnológica, «niña de los ojos» del régimen de Lukashenko, que ve como los disturbios políticos le impiden el desarrollo de su negocio, mientras las oficinas de muchas tecnológicas son intervenidas y muchos ingenieros IT piden a sus empresas la repatriación
Con una economía prácticamente en manos del Estado, que provee a la manera soviética, la principal carta de presentación de la economía bielorrusa había sido, hasta hace dos décadas, un pujante sector agropecuario y de maquinaria pesada.
Hace 20 años a los jerarcas bielorrusos les dio por intentar diversificar la economía, y encontraron un filón en la industria tecnológica y del videojuego, que hoy supone un nada desdeñable 6% del PIB.
Dicha industria tecnológica se instaló en los parques tecnológicos de la capital Minsk, seducida por la estabilidad política, bien es cierto que «a la soviética» y el generoso tratamiento fiscal con enormes exenciones de impuestos.
Tecnológicas por la subversión

Pero de un tiempo a esta parte, con la mayoría de la población bielorrusa exigiendo en la calle apertura política, los disturbios consiguientes y la represión policial, con probados casos de torturas, han enrarecido el ambiente, sobre todo el económico.
De hecho, la represión ha llegado incluso al sector tecnológico, considerado hasta hace poco como intocable, cuando la policía lleva tiempo registrando las oficinas de PandaDoc, una compañía de software con matriz norteamericana.
Bien es cierto que el acoso ha comenzado después de que la compañía crease un programa de apoyo económico a los uniformados que abandonen las filas de Lukashenko y se pongan «de lado del pueblo».
Otras docenas de compañías han comenzado a desarrollar aplicaciones, muchas de ellas en dispositivos móviles, para ayudar a la población que se ha levantado contra Lukashenko y su régimen omnímodo.
Acabar con la «gallina de los huevos de oro»

La grosera e indiscriminada represión contra Silicon Valley bielorruso ha hecho que importantes compañías tecnológicas se estén planteando abandonar el país y trasladarse a repúblicas exsoviéticas más amigables.
En Minsk tienen sus filiales europeas importantes empresas de IT, como es el caso de la empresa de mensajería instantánea Viber y la compañía de ingeniería de software EPAM.
Inclusive, en el campo de los videojuegos, Wargaming tiene su sede en Minsk, siendo la promotora de importantes juegos online como World of Tanks, World of Warships y World of Warplanes.
En el Hi – Tech Park, sito en Minsk, existen 800 empresas que dan trabajo a 58.000 personas, muchas de ellas nativas de Bielorrusia.
Un sector alineado con las protestas

Tanto es así que uno de los fundadores del Hi – Tech Park no es otro que Valery Tsepkalo, que se ha convertido en uno de los principales antagonistas de Aleksandr Lukashenko, tanto que ha tenido que abandonar el país.
Pero no es solo él, ya que 2.500 ejecutivos, desarrolladores e inversores del sector tecnológico bielorruso han enviado una carta abierta a Lukashenko exigiendo elecciones libres y el fin de la represión policial.
En la misiva, exponen que un sector como el suyo, el de la alta tecnología, no puede desarrollarse en un clima de falta libertad, atropellos de las fuerzas de seguridad y en ausencia de democracia.
Por ello auguran que o la situación cambia, o en los próximos meses Bielorrusia vivirá una salida masiva de personal ligado a la sociedad de la información y a la tecnología, por no darse las garantías mínimas para la actividad de dicho sector.
De los sectores más rentables del país

La actitud del régimen de Lukashenko se puede calificar como suicida, ya que está «poniendo contra las cuerdas» a un sector que supone el 22% de las exportaciones de Bielorrusia y generó el año pasado 2.000 millones de dólares solo en ventas en el exterior.
De hecho, las turbulencias políticas que se están produciendo están haciendo que algunas empresas, como Viber, con matriz japonesa, que tenía intención de crear en el Hi – Teck Park de Minsk 120 nuevos puestos de trabajo, hayan aplazado la decisión.
Inclusive desde Rakuten – Viber, se están planteando, como no descienda la conflictividad política y social, dar oportunidad a sus empleados de trasladarse a las oficinas que la empresa japonesa tiene en los países circundantes.
Viber, en el punto de mira

Se trata de una de las tecnológicas que el régimen de Lukashenko tiene enfiladas: cinco de sus empleados han sido detenidos durante las protestas, dos de ellos sin ni siquiera haber participado en las mismas.
Uno de los detenidos por los órganos de seguridad bielorrusos, fue herido grave mientras se desarrollaba la detención por parte de los temidos ОМОН.
En otro orden de cosas, los «cortes» periódicos de internet que llevan a cabo las autoridades bielorrusas para dificultar la coordinación de la oposición, también han afectado seriamente a Viber, que cuenta en ese país con 6,5 millones de usuarios.
Pero no solo a las empresas tecnológicas, ya que la interrupción del servicio de internet, costó, solo en los tres primeros días de movilizaciones, casi doscientos millones de dólares a la economía bielorrusa.
Desbandada de empleados

Los empleados de empresas tecnológicas que quieren abandonar Bielorrusia son ya legión, y ha afectado especialmente a PandaDoc, donde el 83% de su plantilla ha solicitado que los destaquen en oficinas de las empresas en los países circundantes.
Yandex, otra tecnológica, ha sufrido constantes registros en sus oficinas, mientras que otras tecnológicas de capital bielorruso, caso de Wargaming, prefieren no comentar la situación que están viviendo.
Entre los «primeros espadas» de la industria tecnológica de la que fuera república soviética, uno de los que ha tomado la decisión de abandonar Bielorrusia es Pavel Liber, alto ejecutivo de EPAM.
A Liber también se le puede adjudicar la paternidad de la plataforma Golos, una plataforma diseñada para evitar «pucherazos» electorales, y ahora ha decidido, obligado por las circunstancias, exiliarse en Ucrania.
Otra de las que denuncia la situación actual que vive Bielorrusia es Elena Solokova, fundadora de la empresa Internet of Things, compañía especializada en proyectos de interconexión digital.
Tal como refiere Solokova, es difícil trabajar en un país donde hay miedo a salir a la calle, donde las fuerzas de seguridad golpean a ancianos y adolescentes, se tortura a los detenidos y donde hay desaparecidos mientras los OMOH se enseñorean de las ciudades.
Fuente – EL PAÍS
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