Las tropas a casa

Finalmente, Estados Unidos está decidido a retirar todas las tropas, hasta 10.000 soldados, que tiene desplegados en Afganistán, una guerra que dura ya 20 años, y en la que podría llegarse a un «status quo» en caso de que fructifiquen las conversaciones de paz entre el gobierno afgano y los talibanes

Es lo que ha prometido Donald Trump para los soldados norteamericanos destinados en Afganistán, que según en presidente no estarán allí más allá de Navidad.

Como es habitual en el mandatario norteamericano, el anuncio lo ha realizado utilizando la red social Twitter, y ha prometido a los 10.000 soldados destinados en ese país asiático que el pavo lo comerán en casa.

Una retirada total

Con ello Trump, quien sabe si como de medida de efecto de la cara a las inminentes elecciones presidenciales, ha prometido que volverán todos a casa.

Hasta este momento, la administración Trump lo único que estaba planteando era una retirada parcial, a partir de la cual solo quedarían 4.000 soldados en tierras afganas.

Con respecto a la otra guerra donde Estados Unidos está empantanado, la de Irak, este constructor devenido en político había prometido que en el país que gobernase Sadam Hussein solo quedarían dos mil militares.

En consonancia con el Pentágono

Lo anunciado por Trump no venía sino a ratificar lo que ya había prometido el jefe del Comando Central, el general Frank McKenzie.

Según el alto mando militar, las fuerzas armadas norteamericanas tenían la intención de reducir sus efectivos en Afganistán hasta los 4.500 militares y en Irak pasar de los 5.200 actuales a solo 3.000.

Visos de solución en Afganistán

La retirada total, según Trump, del ejército norteamericano del país que gobernaron los Talibanes está relacionado con las conversaciones de paz que se están desarrollando en ese país.

La mesa de negociación está formada por representantes del gobierno legítimo de Afganistán y de la insurgencia talibán, conversaciones que se están desarrollando en Catar y que van dando resultados.

Como gesto de buena voluntad, el gobierno de Afganistán ha excarcelado a 275 talibanes que se encontraban en cárceles afganas acusados de actividades terroristas.

Una violencia que no cesa

A pesar de las conversaciones de paz en el país asiático y aunque desde ambos bandos – gobierno y talibanes – se habla de una situación de distención, la realidad es que la violencia se ha recrudecido en los últimos tiempos.

En las últimas semanas han fallecido, por causas violentas, 24 personas, tanto en enfrentamientos armados como producto de actos terroristas.

El principal acto de violencia se ha producido en el sur del país donde los terroristas talibanes han colocado tres coches bomba.

Dos décadas de guerra

Lo que pretenden las conversaciones de paz que se celebran entre el gobierno afgano y los talibanes es poner fin a dos décadas de guerra, en la cual Estados Unidos ha invertido miles de millones de dólares y donde ha perdido a cientos de sus soldados.

Fue producto de la invasión que desarrolló Estados Unidos en el año 2001, cuando cayó el régimen talibán, que había llevado al país, con sus políticas retrógradas y antioccidentales, prácticamente a la Edad de Piedra.

Hasta ahora, Estados Unidos ha perdido en acción bélica en ese país 2.217 militares y en la actualidad están sirviendo allí 10.000 soldados bajo la bandera de las barras y las estrellas.

Los freedom fighters de Ronald Reagan

Quizás muchos no recuerden que fue Estados Unidos, en plena Guerra Fría y con un Afganistán integrado en el bloque del este, quién armó y adiestro a los talibanes, como una manera de promover una guerrilla que hiciese frente a los soviéticos.

Eran los años ochenta del pasado siglo y en aquellos años la presidencia de los Estados Unidos la detentaba Ronald Reagan, que no duda en calificar como luchadores por la libertad a los que años después el ejército norteamericano derrocaría.

Quizás el talibán más famoso haya sido Osama Ben Laden, el cerebro de los atentados del 11 septiembre del 2001, cuando terroristas talibanes estrellaron dos aviones de pasajeros contra las Torres Gemelas en Nueva York.

Conversaciones de paz

Es ahora cuando los hijos de aquellos talibanes que formaron las guerrillas, que, adiestradas y armadas por Estados Unidos, se enfrentaron al régimen títere del prosoviético Mohammad Najibulá, se han sentado a una mesa de negociaciones.

El objetivo es tan evidente como terminar, de una manera civilizada, con más de veinte años de guerra, conflagración que se inició cuando Estados Unidos invadió Afganistán para derrocar al régimen talibán.

Un país destrozado

Es el resultado de dos décadas de conflagración, en un país que ya arrastraba un retraso fabuloso producto de las políticas implementadas por los «barbudos», que intentaron devolver a Afganistán a la Edad de Piedra.

Para un país secularmente atrasado, que los soviéticos pusiesen en el poder a un «hombre de paja» como Najibulá trajo un cierto desarrollo en infraestructuras, sanidad y educación, ya que por primera vez en la historia en lo que fuera territorio británico, las mujeres pudieron acudir a la universidad.

Los talibanes, destruyeron más un país que ya estaba destruido, por una guerra contra los soviéticos que para el régimen comunista de Moscú supuso su particular Vietnam, llevándolo a altas cotas de subdesarrollo.

Peligro de una nueva guerra civil

Es una de las derivadas que puede tener que las conversaciones de paz no lleguen a buen puerto, máxime cuando la presencia militar norteamericana es ya prácticamente testimonial.

Lo que se está dilucidando en la cumbre entre el gobierno afgano y los talibanes es llegar a un acuerdo para el reparto del poder, que de no «cuajar» podrían terminar con una nueva guerra civil de consecuencias incalculables.

La legación talibán está formada por veinte negociadores, algunos de ellos hijos de los muyahidines que lucharon contra los soviéticos y posteriormente formaron parte del gobierno talibán que fue derrocado por Estados Unidos.

De hecho, y como dato curioso por la misoginia que cunde entre los talibanes, su portavoz es una mujer, Fatima Gailani, hija de uno de los primeros líderes talibanes y con estudios de doctorado.

Galiani es de las que piensa que los negociadores no se deben de levantar de la mesa hasta que se haya producido un acuerdo, ya que cualquier otro resultado sería traicionar a cada ciudadano afgano.

Fuente – ABC / The New York Times

Imagen – Resolute Support Media / The U.S. Army / stepnout / Needpix / Alex Drainville / Jim Kelly /

Publicado por Gonzalo Sánchez del Pozo

Sobre todo apasionado: de las letras, de los paisajes, de los lugares insondables, de las historias, de los personajes, de las situaciones, de los mares, de las montañas. Nómada, como cantaba Franco Batiatto, "que busca los ángulos de la tranquilidad, en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan".

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