
Todo está preparado, y blindado, para la proclamación como cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos de Joe Biden, con un National Mall ocupado por 25.000 soldados de la Guardia Nacional
Hoy, día 20 de enero, será investido Joe Biden como el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos de América, un nombramiento en el que no estará presente, así lo ha comunicado, Donald Trump.
La ceremonia, custodiada por, entre otros, 25.000 miembros de la Guardia Nacional, blindará la explanada del National Mall y también cuenta con una importante labor de inteligencia, llevada a cabo por el FBI.
Cribar a los participantes

Y una de esas importantes labores de inteligencia que está llevando a cabo la organización que un día dirigiera John Edgard Hoover, consiste en investigar a los guardias nacionales que protegerán la ceremonia.
De lo que se trata es de impedir «fuego amigo», esto es, que algún soldado, en connivencia con alguno de los muchos grupos «ultra» que ejercen de guardia pretoriana de Trump, pueda atentar contra Biden.
Cabe recordar que, en foros ultraderechistas en internet, se anuncia para el día de hoy La Marcha de las Diez Mil Milicias, que pretende boicotear la investidura de Biden provocando disturbios con milicianos armados.
Debido a las amenazas, lo que hubiese sido una presencia militar de 10.000 hombres casi se ha triplicado, con advertencias de los mandos de informar sobre actitudes sospechosas de cualquier uniformado a su cargo.
Revisiones exhaustivas

Lo que en una investidura normal habría sido una somera revisión de seguridad sobre los uniformados que participarán en la investidura, se ha convertido en una sesuda investigación, con hasta cinco revisiones de seguridad.
Lo que se pretende evitar es un episodio como el del pasado día 6 de enero, donde una turba invadió el Capitolio ante la cual un mermado dispositivo de seguridad fue arrollado y las dos cámaras de representación invadidas.
Investigar el terrorismo dentro de EE. UU.

Desde los atentados del 11 de marzo del 2001 las agencias de inteligencia norteamericanas sobre todo investigan las redes terroristas que operan en suelo norteamericano.
Y eso es debido a que organizaciones terroristas como el ISIS han dejado de enviar «comandos» a Estados Unidos, prefiriendo que ciudadanos norteamericanos se radicalicen dentro de Estados Unidos.
Estamos ante el paradigma del «lobo solitario», esto es, un individuo que se radicaliza, muchas veces con contenidos que se pueden encontrar en internet, y que con un simple cuchillo se lanza a la calle a acuchillar viandantes.
Ultraderecha

Sin embargo, la amenaza hacia la investidura proviene de otro lado, de la ultraderecha norteamericana que ha apoyado a Trump durante los cuatro años que ha estado en el poder.
Y en ese «cajón desastre» cabe casi todo: supremacistas blancos, Ku Klux Klan, derecha alternativa, Proud Boys o milicias de todo pelaje.
Todos esos grupos creen que los demócratas han robado las elecciones a Donald Trump, alimentando las más peregrinas teorías, desde adición de miles de papeletas hasta una conspiración del «estado profundo».
Todo puede pasar

Las agencias de inteligencia, policía del Congreso y Guardia Nacional se han preparado hacia cualquier tipo de amenaza, aunque existen algunas con más posibilidades que otras.
Ente los ataques que se barajan con más probabilidades se encuentra un ataque armado coordinado, o inclusive la explosión de artefactos previamente colocados en el recinto donde se producirá la investidura.
Inclusive parece plausible que se produzca la tan cacareada Marcha de las Mil Milicias, que llevaría a hordas armadas hasta el perímetro del dispositivo de seguridad, con unas consecuencias difícilmente evaluables.
Una sopa de letras de siglas

Como ya hemos indicado, los apoyos de Donald Trump no son un grupo homogéneo, sino que existen múltiples facciones que apoyan al constructor neoyorquino.
Desde los evangélicos que lo apoyan por su decidida Cruzada contra el aborto y el matrimonio homosexual, hasta diversos tipos de organizaciones, que tiene como común denominador su ideología «ultra» y su pasión por las armas.
Uno de estos grupos son Oath Keepers, cuya máxima, que también aparece en la Constitución norteamericana, es defender a los Estados Unidos contra todo enemigo, interno y extranjero.
Otro corpúsculo «ultra», una milicia armada que defiende el crucial argumento de que solo el 3% de los norteamericanos participaron en la guerra de Independencia, obedecen al nombre de Three Percenters.
El máximo líder de los Oath Keepers declaró después de la «toma» del Capitolio que el país se dirige a una guerra civil, y que la mitad de los norteamericanos no aceptarán nunca a un presidente ilegítimo como Joe Biden.
Otra de esas facciones son los Proud Boys, un grupo misógino y de extrema derecha que hasta ahora era uno de los principales quebraderos de cabeza de los órganos de seguridad federales.
Sin embargo, y nadie se explica por qué, han decidido quedarse al margen de las protestas en la investidura de Joe Biden.
Consecuencias legales

El asalto al Capitolio, del que existen miles de imágenes, muchas de ellas recogidas por los propios asaltantes, está haciendo que muchos de ellos se tengan que enfrentar a cargos legales.
Uno de ellos es Jon Schaffer, un guitarrista de heavy metal oriundo de Indiana, y miembro de los Oath Keepers, que se entregó a la policía en cuanto que supo que el Departamento de Justicia lo buscaba.
Prominente miembro de esa milicia, participó en una concentración, el pasado noviembre, de apoyo a Trump, donde decía a voz en grito que nunca permitiría que Estados Unidos se convirtiese en un régimen comunista.
Se activan las alarmas

Con una situación que se acerca a la psicosis, cualquier pequeño incidente en las proximidades del área acordonada por la Guardia Nacional dispara las alarmas.
Eso es lo que sucedió cuando el día 18 se desencadenó un incendio y se activó el dispositivo de seguridad: toda la zona se clausuró, se inició una «operación jaula» y se decretó el estado de máxima alerta.
Mientras tanto la policía «sellaba» el congreso y recomendaba a congresistas, senadores y personal que no se acercasen a las ventanas.
Finalmente, se trató de una falsa alarma: en las proximidades del Congreso había ardido una tienda de campaña que era el hogar de un indigente.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – J. L. Hervás / The National Guard / SNAPY GOAT / André Gustavo Stumpf / God Save The South / Oregon Mil Dep / Anthony Creeder / Elvert Barnes / Diego Fabián Parra Pavón