
En The Ravine, la historiadora norteamericana Wendy Lower vuelca una década de investigaciones sobre una fotografía icónica de lo que fue el Holocausto en los países del este de Europa; la lectura de libro muestra que los pogromos no los inventaron los nazis, sino que tenían una tradición de siglos en el centro y el este de Europa
Probablemente el Holocausto, el pueblo judío lo llama Shoah, haya sido una de las más crueles vulneraciones de los derechos humanos, cuando el régimen nazi decidió, en lo que se denominó Solución Final, asesinar a seis millones de judíos europeos.
Ahora, la historiadora Wendy Lower se ha dedicado a analizar a una de las más icónicas fotografías que está documentada sobre el asesinato de varias personas delante de una fosa común.
Documentar todo el genocidio

Si algo no falta son documentos gráficos y documentación del genocidio, ya que eran los propios nazis los que guardaban como oro en paño, los asesinatos de hombres, mujeres y niños judíos.
Es más, el Ministerio de Propaganda, que dirigía el siniestro Joseph Goebbels el que utilizaba este tipo de imágenes para demostrar al Führer y al pueblo alemán lo eficientes que eran los grupos de tareas de las SS.
«Incrustados» en los einsatzgruppen había hasta 15.000 fotógrafos que a lo largo de genocidio «produjeron» hasta 3,5 millones de negativos.
El comienzo de la investigación de la historiadora se inició cuando un colega del Museo del Holocausto de Washington le enseñó una fotografía que se había encontrado en un archivo de Praga.
Asesinato en Ucrania

La fotografía, esta datada el 13 de octubre de 1943 en la localidad ucraniana de Miropol, que después de una guerra próxima en el tiempo, donde participaron los «hombres de verde» del Kremlin, toda la península fue anexionada a Rusia.
En la imagen, que no podemos incluir en este artículo porque está protegido por copyright, se ve a dos milicianos ucranios que asesinan a una mujer y lo que se adivina como sus dos hijos, mientras que dos soldados alemanes contemplan la escena.
La imagen, se presume que la composición ha sido elegida por el fotógrafo, se capta el momento exacto – se adivina el polvillo que deja la bala al ser percutida – en el cual uno de los milicianos dispara a la mujer.
Paradójicamente, el autor de la fotografía fue realizada por un soldado eslovaco, Lubomir Skrovina, que se «incrustó» entre las SS para documentar el holocausto y luego poner sus fotografías al servicio de los Aliados.
Una década de investigación

La investigadora que ha dedicado diez años de actividad profesional en desentrañar los entresijos de la fotografía no es otra que Wendy Lower, una historiadora que es la directora del Centro Mgrublian de Derechos Humanos de Claremont.
La autora de Las arpías de Hitler, ha recogido su investigación en el libro The Ravine, que podría traducirse como La fosa, que se acaba de publicar, en inglés, en la editorial Houghton Mifflin Harcourt.
La fotografía es uno más del archivo gráfico que documentó, para los nazis, el denominado Holocausto de las balas, que no fue otra cosa que el fusilamiento de entre 1,5 y 2 millones de judíos en territorio ruso y polaco.
Esos asesinatos masivos fueron el preludio del despliegue de la máquina de exterminio nazi, con sus campos de concentración, sus cámaras de gas y sus hornos crematorios.
Voluntarios

De la investigación de Wendy Lower se desprende que los victimarios, los paramilitares ucranios, se presentaron voluntarios para la «misión».
Lo que llama la atención es que los alemanes de uniforme que actúan como espectadores no son miembros de las SS, ni siquiera son soldados de la Wehrmacht, sino que son miembros del cuerpo de Guardias de Finanzas.
Con paciencia de hormiga, la investigadora norteamericana ha descubierto que en el asesinato participaron más soldados ucranios, ya que el más joven de los que perpetraron la ejecución extrajudicial no está en la foto.
También se ha descubierto que, fuera del alcance del objetivo de la cámara había más alemanes, se supone que «disfrutando» de la ejecución.
A pesar de la presencia alemana algo que llama la atención es que en el asesinato no participa ningún miembro del siniestro cuerpo paramilitar que lideraba Heinrich Himmler.
Uno de los detalles más siniestros es que los paramilitares que participaron en el asesinato es posible que conociesen a las víctimas e incluso conociesen sus nombres.
Parte de un pogromo

En ese sentido, en las razias que se organizaban contra los judíos en toda Europa, especialmente en los países del este de Europa, los alemanes «no inventaron la bombilla».
Bien es cierto que los nazis crearon la versión industrial para acabar con los judíos europeos, y nadie hasta ese momento, había creado en Alemania y los territorios ocupados una organización de campos de exterminio.
La investigación de los hechos que rodearon a la fotografía ha descubierto que fue parte de un pogromo en el que fueron asesinadas 450 millones de personas.
Como prólogo del asesinato masivo de los judíos de Miropol, se produjeron palizas, torturas, y hasta violaciones.
En la fotografía también se puede ver uno de los protocolos que se utilizaban en la actividad de los grupos de tareas: no se utilizaban balas para los niños, sino que se los lanzaba vivos a las fosas comunes para que muriesen asfixiados por aplastamiento de los cuerpos de los adultos.
Como en otros muchos casos, en la fotografía se ve como la mujer intenta proteger a los niños, cubriéndolos con su cuerpo.
La fotografía también documenta algo que se va abriendo paso en la concepción del Holocausto como una cosa europea: en la fotografía participan ucranios, el fotógrafo eslovaco y los alemanes.
Un tema que levanta «ronchas» en Polonia

Como se ha podido ver recientemente donde dos historiadores polacos han sido inculpados judicialmente por afirmar que fueron muchos los polacos que participaron de manera activa en el Holocausto.
Mientras que en países como Ucrania y Hungría las investigaciones sobre la participación de la población local en el Holocausto esta plenamente documentada, los historiadores polacos que pretenden hacer lo mismo son amenazados desde el poder.
El actual gobierno polaco, perteneciente al ultraconservador y ultracatólico partido político Ley y Justicia, PiS en sus siglas en polaco, está llevando a cabo una labor de «blanqueamiento» de la colaboración de amplias capas de la población polaca en la Shoah.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – Guilhem Vellut / Andrew Milligan / Poetic Bent / Emmanuel Dyan / Julius Jääskeläinen / Fred Romero / Jorge Láscar