
Por fin Europa entona un mea culpa sobre su pasado colonial, destacando en esta revisión de su pasado colonial Alemania – paradójicamente uno de los países con mejor imperio – y Francia, con un Emmanuel Macron pidiendo escusas por la actuación francesa en Ruanda
La física ya ha aceptado hace muchos años que el aleteo de una mariposa en un lugar apartado puede provocar un tsunami en la otra parte del mundo.
Algo parecido ha provocado el movimiento Black Lives Matter que denuncia el racismo estructural de la sociedad norteamericana, que ha provocado que Europa comience a reconocer su pasado esclavista y racista.
Los dos primeros países europeos que han entonado el mea culpa han sido Alemania y Francia, lo que dice mucho del país que gobierna Ángela Merkel debido a que su imperio colonial es minúsculo si lo comparamos con el que tuvieron otros países europeos.
Colaboracionismo francés

Pero esta historia de asumir culpas comenzó en Europa cuando el Estado Frances y su presiente Jacques Chirac cuando reconocieron que fueron las fuerzas policiales francesas, y no el ejército alemán, el que envió a franceses de ascendencia judía a los campos de exterminio.
Corría el año 1995 y no fue hasta 16 años después cuándo el Estado francés volvió a pedir perdón por haber participado en el comercio de esclavos. Aquello no sucedió hasta la promulgación de la denominada Ley Taubira.
El nombre de la ley es el apellido de Christiane Taubira, que en 1999 presentó una iniciativa legislativa para que Francia reconociese que el Estado había perpetrado crímenes contra la humanidad por la trata de seres humanos hasta desde el siglo XV; hay que recordar que la esclavitud en Francia se mantuvo hasta 1848.
Alemania y el Holocausto

También a Alemania y a los alemanes les ha costado décadas admitir que no solo fueron los nazis los que provocaron el Holocausto, ya que, aunque fuese por inacción, la población alemana también participó en el mismo.
Fue a finales de los años setenta del pasado siglo cuando el canciller alemán Willy Brandt tuvo el gesto de arrodillarse ante el monumento de las víctimas de Gueto de Varsovia, aunque entonar el mea culpa por la trata de seres humanos ha tardado más en llegar.
Lo cual dice mucho de los alemanes y del gobierno alemán, debido a que, como ya hemos adelantado, el imperio colonial alemán fue minúsculo si lo comparamos con el que tuvieron otras potencias europeas.
Namibia y Ruanda

Parte del imperio colonial alemán, en el país africano los colonos y militares alemanes se embarcaron en el exterminio de los hereos y los namas, las dos principales etnias que habitaban el país entre 1904 y 1908.
Pero el gobierno germano no se ha quedado en el mero reconocimiento de culpa, sino que está dispuesto a pagar unas reparaciones de más de 1.000 millones de euros.
Otro país europeo que ha tenido responsabilidades en genocidios en África, y en tiempo reciente, ha sido Francia, que por primera vez reconoce su culpabilidad en el genocidio ruandés.
Allí, las dos etnias mayoritarias en ese país, los Hutus y los Tutsi, se enfrentaron de lo que resulto en matanzas sin tregua de la minoría tutsi, durante la presidencia de François Mitterrand.
Emmanuel Macron ha llegado a hablar incluso de “responsabilidad abrumadora” y crímenes contra la humanidad, y no solo de omisión en la represión de las matanzas, sino inclusive de colaboración en las mismas.
Implicaciones incluso en la actualidad

Si bien desde un punto de vista intelectual, los europeos hemos hecho autocrítica sobre todo por el eurocentrismo y el imperialismo que implicó, es la primera vez que estados europeos piden perdón por la trata de seres humanos y las masacres connaturales a la colonización.
Sin embargo, los países europeos todavía no han metabolizado, y han pasado siglos, de que Europa ya no es el centro del mundo, lo cual hace que las relaciones diplomáticas y económicas con las antiguas colonias pequen de una cierta miopía.
Eso está haciendo que otras potencias, es el caso de China, esté entrando con fuerza en lugares donde abundan los países en vías de desarrollo, como es el caso de la mayor parte de África.
Si Europa quiere proyectar su influencia en el mundo utilizando del softpower, antes debe necesariamente que resolver, y de una manera adecuada, las sombras y luces de su pasado colonial.
Black Lives Matter, el iniciador

Un movimiento nacido en Estados Unidos por el magma provocado por la violencia policial contra los afrodescendientes ha sido, paradójicamente, la chispa que ha provocado que Europa revise su pasado colonial.
El movimiento norteamericano ha permitido poner el foco sobre el racismo, muchas veces implícito, que todavía campa por Europa y que es deudor, precisamente, de ese pasado colonial en el África negra.
Tanto en Estados Unidos como en Europa, ha habido ataques contra la iconografía, muchas veces estatuas, de personajes que hicieron sus fortunas con los pingües beneficios que producía el tráfico de esclavos.
Quizás la principal diferencia entre ambos lados del Atlántico proviene del hecho de que en Europa se ha abierto un proceso de reparaciones con las que se pretende satisfacer a los descendientes de los colectivos masacrados.
Esclavitud y colonialismo, dos procesos conexos

Ambas situaciones son la cara y el envés de la misma moneda, ya que, en el caso de los Estados Unidos, al menos en aquellos Estados agrícolas, la producción recaía en las espaldas de los esclavos arrancados del África negra.
El colonialismo vino después, la mayor parte de él producido en Europa, paradójicamente cuando en esos mismos países la esclavitud había sido derogada.
La colonización tuvo un profundo sustrato racista, en el que imperaban las ideas de progreso y deshumanización de los habitantes de las colonias, donde se pensaba que con el colonialismo los principales beneficiados eran las colonias y sus habitantes.
El Congo, un epítome del colonialismo

Quizás la página más negra del colonialismo europeo la encontramos en el Congo, que recordemos que era la propiedad privada de Leopoldo II de Bélgica.
El monarca cometió todo tipo de sevicias contra ese territorio y sus habitantes, estando la explotación de las muchas materias primas – caucho, marfil, minas de oro y diamantes – en manos de concesionarias.
Entre 1880 y 1926 la población autóctona del Congo disminuyó hasta la mitad, debido al régimen predador y esclavista que había instituyeron los secuaces de Leopoldo II de Bélgica, que se lucró durante todos esos años de uno de los países con mayor riqueza de África.
Fuente – EL PAÍS / Congo Belga en Wikipedia
Imagen – Socialist Appeal / United States Holocaust Memorial Museum / Eivind Fjeld / Adam / Punk Toad / David Stanley / Francisco Anzola