
Cientos de personas que trabajaron con organizaciones internacionales para la reconstrucción del país y sus familias han quedado varados en Afganistán. Todavía tiene la esperanza de que España los acaben rescatando mientras viven en semiclandestinidad y ya casi sin ahorros
Después de la caída de gobierno de Afganistán, una vez más a manos de los talibanes, decenas de familias afganas, donde normalmente el cabeza de familia trabajó para los organismos internacionales españoles, se han quedado varados en Kabul.
Estas familias están desesperadas después de la purga que los talibanes están realizando con aquellas personas que trabajaron, de manera directa o indirecta para los aliados occidentales que estaban reconstruyendo el país.
El caso de Mohammad

Él y su familia debían de haber sido evacuado de Kabul tal y como les comunicaba una carta del Ministerio de Exteriores.
Pensando que serían evacuados, vendieron la mayor parte de sus bienes para tener dinero en su llegada a España, pero la repatriación, al menos hasta ahora, no se ha producido, por lo que él y su familia viven escondidos.
Haber trabajado por alguna organización de cooperación occidental puede ser el pasaje directo para que los talibanes encarcelen a esa persona y la posibilidad de sufrir torturas mientras se encuentre en prisión.
El caso de Mohammad y su familia no es el único, ya que hay al menos un centenar de familias, que habiendo trabajado para España – como traductores, conductores, mediadores – se han quedado varados en el Kabul de los talibanes.
La versión española

Desde el Ministerio de Exteriores se informa que la mayoría de las personas que trabajaron para organizaciones españolas y sus familias, unas 2.500 personas, han sido trasladadas a España y la se encuentran en el país.
Sin embargo, todavía son cientos los que habiendo trabajado para la Agencia Española de Cooperación al Desarrollo en los PRT de las provincias se quejan qué España les da largas y les dice que esperen a ser repatriados.
Las estimaciones muestran que al menos 100 personas, que con sus familias supondrían 600 almas, todavía no han podido salir del Afganistán, con el peligro de encarcelamiento o inclusive muerte que están sufriendo.
Qala-i-Naw

Es la capital de la provincia de Badghis, de la que España se encargó de la reconstrucción y de donde proceden la mayoría de los evacuados y de aquellos, y sus familias, que todavía no han podido salir del país.
La mayoría de ellos vive en la clandestinidad, debido a que han recibido amenazas, cuando menos, por haber trabajado para organismos internacionales o en los equipos de reconstrucción que trabajaron en las provincias afganas.
Muchos de ellos tras la entrada victoriosa de los talibanes recorrieron un penoso viaje hasta Kabul, donde siguen esperando – el teléfono móvil es su salvavidas – una llamada de las autoridades españolas para ser evacuados.
El miedo que sufren ellos y sus familias está justificado, ya que el mismo día que los talibanes tomaron el control de Qala-i-Naw comenzaron la purga y ya ese mismo día varias personas que habían sido empleados por España desaparecieron.
Algunos de esos desaparecidos aparecieron ajusticiados días después en lugares públicos de la ciudad, con lo que los talibanes pretendían enviar un mensaje a la población civil.
Periodistas amenazados

Es la experiencia que han tenido varios informadores que habían viajado a Badghis para reportar la situación de la provincia una vez del advenimiento del nuevo gobierno Talibán en todo Afganistán.
Los periodistas, sobre todo los españoles, han sido acusados de querer llevarse a los afganos que trabajaron para los organismos internacionales de reconstrucción.
De hecho, el gobierno talibán de esa provincia ha pedido una reunión con los afganos que trabajaron para los organismos internacionales, en lo que muchos ven añagaza para saber su filiación para posteriormente detenerlos.
En su contacto con los reporteros, estos afganos piden que España no los abandone en un país que pronto volverá a la Edad Media, como sucedió con el primer gobierno talibán que sufrió Afganistán.
En los aledaños del aeropuerto de Kabul

Muchos de los colaboradores de la AECID viajaron con lo puesto a Kabul para intentar abordar alguno de los aviones que Estados Unidos y sus aliados occidentales pusieron a disposición de algunos de sus colaboradores.
Los que no pudieron abordar los aviones vivieron situaciones dantescas, pasando varios días sin alimento y casi sin agua.
Además, si eso no fuera poco, los que huían y se encontraban en las inmediaciones del aeropuerto sufrieron varios atentados por parte del ISIS, siendo el más sangriento el que acabó con 13 soldados norteamericanos.
Los aviones fletados por España permitieron repatriar a 2.206 personas – colaboradores afganos y sus familias – entre los que también se encontraban el personal de la embajada española en Kabul.
Agotados los recursos

Muchos de esos colaboradores de España y sus familias, previendo que podrían ser evacuados y vendieron todo lo que pudieron para tener algo con lo que empezar a su llegada a España.
Es el caso de Mohammad, que obtuvo 2.000 dólares por la venta de sus propiedades, un dinero que ahora, con el tiempo, se está acabando.
Él y su mujer eran profesores, pero desde que subió al poder el gobierno Talibán no han recibido su sueldo, con lo cual están “comiéndose” los ahorros.
Además, la familia tampoco puede salir del país para intentar la evacuación a España porque tanto él como su mujer tiene los pasaportes caducados.
Tampoco se plantean iniciar los trámites burocráticos para renovar los pasaportes porque los talibanes solo renuevan los pasaportes a estudiantes, residentes en el extranjero y emergencias médicas.
Los talibanes indagan sobre el pasado de todas las personas que quieren un pasaporte, para encontrar a aquellos que han trabado para la cooperación internacional, y en el menos grave de los casos, someterlos a un proceso judicial.
Delaciones

También se han empezado a producir que muchos cooperantes afganos estén siendo denunciados por sus propios vecinos.
Las denuncias no son solo para aquellos que trabajaron para la AECID o para las unidades de reconstrucción, sino que simplemente por haber tenido un contacto esporádico con cooperantes extranjeros pueden ser denunciados y acusados.
Fuente – EL PAÍS
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